El martes 21 de enero, dentro de las X Jornadas Homenaje a
Guillermo Rovirosa y Julián Gómez del Castillo en la Casa de la Iglesia
organizadas en Santander por el Movimiento Cultural Cristiano, el sacerdote diocesano
Oscar Lavín desarrolló una ponencia bajo el título La espiritualidad de Rovirosa a los 50 años de su muerte.
En su aportación señaló el amor incondicional tanto de
Rovirosa como de Julián a la Iglesia. Se consideraban hijos de la Iglesia y
cuando el primero es expulsado de la organización apostólica y el obispo de Córdoba
le pide ir a hablar personalmente con Pio XII, amigo personal de Rovirosa, este
le prohíbe hacerlo diciendo “un hijo
jamás se defiende de su madre”.
Rovirosa fue un converso cristiano que hizo de su compromiso
bautismal el eje de su vida. Su espiritualidad de encarnación estaba basada en
tres pilares: conversión a Cristo, a su Iglesia: Cuerpo Místico y a los pobres,
sacramento de Cristo.
Tanto Julián como Rovirosa fueron testigos de Jesucristo
entre los más pobres, abrazando la pobreza, la humildad y el sacrificio.
Desarrollando una intensa tarea de formación de militantes cristianos que hizo
que la realidad española se llenase de experiencias apostólicas.
Animaron a que los laicos se comprometieran en la
evangelización del mundo de la política, de la economía, de la cultura, para
hacer presente el Reino de Dios y su Justicia en medio del mundo y tal y como
se había afirmado en el Concilio
Vaticano II.
Fueron hombres avanzados para su tiempo. Hoy Rovirosa está
en proceso de beatificación.
La jornada terminó con una eucaristía en la capilla de la Casa de la Iglesia.
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